El verano calienta los negocios de temporada. Aunque también derrite otros, son muchos los rubros que se fortalecen en los meses de calor y vacaciones escolares. Bebidas refrescantes, churros y medialunas, balnearios, protectores para el sol y juguetes playeros. La estacionalidad natural y, en muchos casos, acompañada de reputación y ubicación estratégica, explican los picos que se alcanzan cuando quema el sol.
Además de los hoteles, los productos de aire libre y los helados, de obvio repunte, las ojotas también alcanzan su esplendor. El exponente del calzado veraniego es la brasileña Havaianas, líder en el mercado local. En estos meses, concentra un 80% de sus ventas, apuntalada por el clima, la vestimenta informal y el solapamiento de las Fiestas con su pico de demanda. "La Argentina es un mercado particular por tener una temporada corta para nuestras ventas. Pero incluso con un tiempo tan reducido, figura como uno de los mercados más grandes de Havaianas fuera de Brasil", señala Aloisio Guarnieri, gerente de cuentas internacionales de la firma para América del Sur. La explicación es que la marca logró convertirse en un producto de moda. Tanto que se pagan casi $ 400 por algunos modelos.
Imprescindible como el calzado liviano es la bebida. Cuando el calor acecha, la sed se traduce en un alza en la demanda de gaseosas y cervezas. Casi 40% del total de litros de consumo anual se da entre diciembre y febrero, según datos de Claves Información Competitiva. En el caso de las cervezas, el consumo en ese tiempo asciende a unos 816 millones de litros.
El verano también empuja a la gastronomía en los centros turísticos y lugares de paso. En el parador Atalaya, en la ruta 2, se venden a diario un promedio de 1300 docenas de medialunas al año. En enero y febrero, cuenta Gustavo Giorgio, presidente de la empresa, se llegan a vender hasta 3400 por día, a $ 45. El intenso movimiento obliga a incrementar la producción y a reforzar el personal, como en épocas de cosecha. El trabajo suma un tercer turno y el servicio se extiende las 24 horas. "Eso -dice Giorgio- pese a que la estacionalidad se redujo, por los fines de semana largos y el cambio en la forma de planear las vacaciones. Para nosotros es una buena noticia que la misma familia pare en Atalaya varias veces al año". Pero concluye: "Seguimos siendo un negocio de verano, ya que entre las Fiestas y Semana Santa se concentra más del 60% de la facturación del año", dice el responsable de la firma que inauguró un nuevo parador.
Al cabo de ese camino, espera otro clásico: Manolo, el marplatense especialista en churros y pastelería. Avedis Sahakian, uno de los responsables de la empresa, cree que la brecha del verano se achicó. Pero no desaparece. "Si la diferencia era de tres a uno, ahora es de dos a uno", grafica. Duplicar las ventas no es poco; la afluencia en los locales justifica mantener las puertas abiertas frente al mar, las 24 horas. Y permite sumar puntos de venta en algunas panaderías y balnearios.
Si hay chicos, el equipo de playa incluye balde, pala y rastrillo. "El verano es buena temporada para los fabricantes. Primero, son el regalo en las Fiestas, y luego las ventas se trasladan a la costa. La buena noticia es que 90% de los juguetes de playa es nacional", afirma Matías Furio, presente de la entidad. En Duravit, uno de los líderes del segmento, la producción empieza tras el Día del Niño y permite dar continuidad al negocio que, después del verano, se renueva con la vuelta a clases. "Esta temporada, las ventas crecieron entre 12 y 18% respecto de 2012, con juguetes clásicos. Pronto incorporaremos tecnología", comenta Alejandro Macchiavello, de Duravit.
El sol intenso y la mayor conciencia impulsa a la categoría de protección solar, que crece cada año. El 73% de la facturación se da entre noviembre y febrero, según Nielsen. En Dermaglós, referente del mercado, destacan este mes como el pico de consumo. Según la Cámara Argentina de la Industria de Cosmética y Perfumería, en 2012 los productos para el sol movieron $ 217 millones.
La playa genera más negocios. Balnearios, como CR en Pinamar, alquilan sus carpas por $ 21.000 al mes, pero además sellan acuerdos con marcas que se promocionan, al tiempo que generan atracciones. Torneo de fútbol infantil, exhibición de polo, y clínicas de rugby, hockey y fútbol con figuras del deporte... todo tiene su sponsor en CR.
Parasoles, gorras, freesbies, paletas y lonas playeras tampoco faltan para hacerse ver en los centros turísticos donde se aprovecha la masividad para "comunicar a través de objetos", señala Hernan Bernachia, presidente de Branding Merchandising. Aunque las empresas tienen menos entusiasmo por los costos que soportan, las promos se resisten a desaparecer y siguen a flote, de la mano de bancos, petroleras, firmas de telefonía celular y otras..
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