domingo, 19 de mayo de 2013

La incertidumbre y el riesgo financiero

¿Cuál es el momento correcto para dejar una acción?
En otras ocasiones nos hemos referido al tema del riesgo financiero. Éste puede ser entendido en términos técnicos como el valor de una inversión que bajo ciertos supuestos estaría en riesgo de perderse o como el grado de incertidumbre que tenemos sobre un resultado posible de rentabilidad con una inversión.

Cuando hablamos de riesgo, no es lo mismo la inversión en instrumentos de deuda que la que realizamos en un instrumento de renta variable.
En el primer caso, una empresa o institución me debe dinero y pagará una tasa que pactamos; en el segundo, estoy comprando el riesgo que esa empresa tenga su buen o mal desempeño en el futuro o por lo menos la percepción del mercado de valores dondequiera que la acción se cotice.
Sin embargo, el riesgo financiero tiene para los inversionistas un nivel de complejidad mucho más profundo, porque se relaciona no sólo con un nivel técnico, sino que se determina por percepciones que son inherentes a la conducta humana y con los temores y deseos ocultos que como personas tenemos. Si tuve una mala experiencia con una inversión en el mercado accionario, mi percepción de riesgo sobre esa inversión será más elevada que aquélla que tendrá alguien que no tiene un antecedente negativo.
Si me encuentro en una situación de ganancia, mi percepción de pérdida financiera frente al riesgo es diferente a aquella que tengo cuando me encuentro ante una situación de perdida (esto último, de acuerdo con el Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman).
El riesgo para el inversionista promedio es mucho más que una medida técnica. Es un resultado conductual que varía en el tiempo y de acuerdo con las circunstancias.
Poner el riesgo en perspectiva es entonces fundamental en momentos como el que actualmente vive el mundo financiero, con tasas de rendimiento reducidas en los valores tradicionales de deuda con bajo riesgo: el inversionista considera opciones que en el extremo lo pueden llevar a tomar riesgos no analizados o sin fundamento en relación con el probable retorno a obtener.
El riesgo es un elemento inherente a cualquier fenómeno donde los factores que son múltiples y se interrelacionan generando incertidumbre.
En matemática de teoría del caos, se conoce como “comportamiento estocástico de sistemas deterministas”, que es una manera complicada de explicar algo sencillo: es relativamente fácil explicar fenómenos conocidos aislados, pero en la medida en que se trata de fenómenos que ocurren de forma simultánea y que inciden uno sobre otro, es sumamente difícil pronosticar el resultado.
Un ejemplo es el clima: explicar cómo se produce la lluvia es sencillo, pero pronosticar el clima en periodos largos es complejo porque cada fenómeno interactúa con otros que a su vez lo afectan. Así, los monzones en India están relacionados con la presencia del fenómeno de El Niño en la costa oeste de América del Sur.
En lo financiero ocurre algo similar. Podemos suponer que el comportamiento de las tasas o el riesgo de una inversión depende de ciertos factores concretos, pero al final, temas tan aparentemente lejanos como un huracán que afecta las cosechas de tomate, incide en la inflación que, a su vez, mueve la tasa de interés, o un plan de rescate en una economía pequeña en Europa puede afectar la percepción de riesgo financiero mundial. La incertidumbre es inherente al mundo de las finanzas. Lo importante es que la manejemos y entendamos nuestra percepción individual de riesgo y sobre esa base tomemos las decisiones que más nos convengan, sin comprometer el patrimonio futuro de nuestra familia.

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