Una lluvia de escándalos financieros y de corrupción han costado miles de millones al Vaticano y a la Iglesia. El nuevo Papa deberá controlar el gasto.
Benedicto XVI, al igual que cualquier Papa, tiene una serie de funciones que le impiden controlar el día a día de las finanzas de su pequeño país, a pesar de tener el rango de jefe de Estado. Sin embargo, sí es su responsabilidad elegir a los administradores y directores de instituciones como el Banco del Vaticano, entre otras.
Durante el pontificado de Joseph Ratzinger, la Iglesia ha experimentado una serie de obstáculos que, por un lado, han golpeado su imagen y, por otro, sus finanzas. Casos de corrupción revelados en documentos “secretos”, a través deVatileaks y de abusos en diferentes diócesis son algunos de los desafíos que el próximo Papa deberá resolver con la diligencia propia de un estadista, tras el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI por “falta de fuerzas”.
El Banco Vaticano
En enero, el museo del Vaticano y otros establecimientos dejaron de recibir tarjetas de débitoy crédito como forma de pago, a pesar de que el turismo derrama más de 120 millones de dólares (mdd) en ingresos cada año a la Santa Sede. Ahora, los visitantes deben llevar efectivo si quieren acceder a la Basílica de San Pedro o comprar souvenirs.
Además, a principios de año, el Banco de Italia suspendió la operación de todos los cajeros automáticos del pequeño país. La motivación detrás de estas decisiones, según informaron portavoces de la Santa Sede, obedeció al próximo vencimiento de un contrato entre el Vaticano y uno de sus prestadores de servicios financieros. El Vaticano aseguró que la medida sería temporal, pero de momento, sigue vigente.
Desde hace años, el Banco del Vaticano ha estado rodeado de un escándalo porque no ha sido capaz de adaptarse a las nuevas regulaciones financieras internacionales, que implican la adopción de mecanismos para evitar el lavado de dinero. Su ex director general, Ettore Gotti Tedeschi, fue investigado por supuesto lavado de dinero, Tedeschi fue despedido en mayo de 2012 no sin que antes las autoridades fiscales congelaran una cuenta con 38 mdd en fondos de dudosa procedencia.
El caso del mayordomo particular de Josep Ratzinger, detenido por entregar supuestamente documentos privados a la prensa, fue posteriormente liberado y “perdonado” por el propio Papa. Sin embargo, Paolo Gabriele, acusado de robo de documentos, demostró ser sólo un eslabón más de la cadena de casos de corrupción al interior del Vaticano.
El episodio de Vatileaks, en donde miles de documentos internos de la Santa Sede fueron publicados, no contribuyó a acallar las críticas, sino sólo a suscitar más preguntas sobre los procesos y la administración de la Santa Sede.
Demandas perdidas, indemnizaciones millonarias
Otro asunto que le ha costado miles de millones al Vaticano y que aún no ha sido finiquitado del todo son las demandas legales perdidas. Los escándalos de abusos sexuales en varios países han dilapidado parte de los fondos que las diócesis recaudan alrededor del mundo. Un gasto sin precedentes que todavía tiene varios casos no resueltos en los juzgados. Esta “mala práctica” puede costarle muy caro a las Iglesia, obligada a indemnizar a las víctimas de abusos. El cálculo de las indemnizaciones no es exacto, pero expertos estiman lo estiman en varios miles de millones de dólares.
Fieles 'emergentes'
Tras los escándalos y los problemas que enfrenta la Iglesia, muchos han apuntado a Europacomo un caso que refleja su debilidad. En países como España, la caída de los fieles que asisten a la iglesia o se consideran a sí mismos católicos ha disminuido a tasas de dos dígitos desde la década de los 80.
Un estudio del Pew Forum de Estados indica que mientras en 1900 el 66% de los cristianos vivía en Europa hoy esa tasa es inferior al 26%, en contraste con los cristianos en otras regiones del mundo, en donde las comunidades se han multiplicado.
En total, el Pew Forum indica que el porcentaje de cristianos en relación a la población mundial era similar hace 100 años a lo que es hoy día, cuando una de cada tres personas en el mundo profesa la fe cristiana -más de dos mil millones en total-.
Al contrario de Europa, en los países en vías en desarrollo, la comunidad cristiana crece. Philip Jenkins, experto en asuntos católicos y autor del libro: ‘Next Christendom: The Comming of Global Christianity” (‘Próxima cristiandad: El advenimiento del cristianismo global’), afirma que la labor de predicadores y evangelizadores ha propulsado a las comunidades cristianas en América Latina, Asia y África.
El experto calcula que mientras en el continente africano sólo vivían 10 millones de cristianos en 1900, para el año 2000 superaban los 360 millones y prevé que este número se eleve hasta 633 hacia el año 2025. Por su parte, augura que para ese año la comunidad cristiana de América Latina sumará 640 millones y la asiática se aproximará a los 460, lo que multiplicará el número de fieles y aumentará la recaudación de las diócesis en esas regiones.
Ante este cambio, algunos analistas proponen que el nuevo Papa deberá provenir de un país en vías de desarrollo, en donde la Iglesia experimenta mayor crecimiento.
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