Son contadas con los dedos de una mano las ocasiones en las que un apellido se convierte en una marca tan poderosa, que trasciende a su portador y pasa a ser una entidad en sí misma, encolumnando detrás de ella al hombre que le dio vida. Pues este es uno de esos casos: quien habla de Hilton deberá aclarar que no se refiere a la gigantesca cadena hotelera, sino al visionario que la hizo crecer: Conrad Nicholson Hilton (1854 – 1919), descendiente de noruegos y alemanes.
Conrad Nicholson Hilton nació en San Antonio, Nuevo México, y fue educado allí.
Desde pequeño había estado interesado en el mundo de los negocios. Cuentan sus biógrafos que su padre lo enviaba a recibir a los pasajeros de tren que llegaban para pasar la noche en su pueblo, para guiarlos al pequeño hostal que la familia Hilton había construido en el condado de Socorro (Nueva México), así como también para que consumieran algo en el almacén familiar.
En sus tempranos 20 años ya comenzaría a despuntar esa personalidad sobresaliente y carismática de todos los líderes, y comenzó a destacarse: fue representante republicano en la primera legislatura del recién formado estado de Nuevo México.
En 1917, cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, Hilton se enlistó rápidamente en las filas estadounidenses. Mientras Conrad estaba en el ejército, recibe la terrible noticia de la muerte de su padre. Debía hacerse cargo de la economía familiar.
Tras el fracaso en varios negocios (entre ellos, la creación de un Banco), Hilton comenzó con el negocio hotelero con la compra del Mobley Hotel en Cisco, Texas, en 1919. Ese mismo año continuó la compra de numerosos hoteles en Texas, muchos de ellos, adquiridos a precios módicos por el mal estado y la decadencia en la que estaban. Pero el ojo sagaz de este hombre que llevaba los negocios en la sangre decidió seguir apostando a este rubro, con la confianza ciega en que el crecimiento tan ansiado llegaría pronto.
Y así fue: el primer gran éxito lo tuvo en el hotel que él mismo construyó, el Dallas Hilton (ahora llamado Hotel Indigo) el cual abrió sus puertas en 1925. Seguido por el hotel Abilene Hilton en 1927, Waco Hilton en 1928 y El Paso Hilton en 1930. Su primer hotel fuera de Texas fue La Posada de Alburquerque, que fue construido en 1939 en Alburquerque, Nuevo México.
El tiempo pasó y el negocio siguió creciendo a pasos agigantados. Con una increíble visión de negocios, Conrad creó la Hilton Hotels Corporation en 1946, seguido por Hilton International Company en 1948. La compañía se expandió con servicios al viajero tales como el uso de tarjetas de crédito, alquileres de autos y demás.
Durante la gran depresión Hilton fue forzado a bancarrota y perdió varios de sus hoteles de los que, sin embargo, continuó como gerente. Más tarde, los hoteles que perdió fueron recomprados nuevamente por Hilton, y su fortuna siguió creciendo hasta límites insospechados.
En el periodo de post-guerra, 1950-1960, la expansión mundial de los hoteles Hilton facilitaron, tanto los negocios de corporaciones estadounidenses en el extranjero como al turismo dentro de los Estados unidos. Al mismo tiempo esto promulgó cierto estándar mundial para los alojamientos.
La saga de Hilton marcó un hito en la historia: fue la primera cadena hotelera internacional. En 1966 Conrad Hilton fue sucedido en la presidencia de la cadena hotelera por su hijo Barron y fue electo director.
Conrad Hilton murió de causas naturales el 3 de enero de 1979 en Santa Monica, California a la edad de 91 años. A lo largo de su vida pudo ver, con satisfacción, crecer agigantadamente el negocio al cual había dedicado todo su esfuerzo desde joven, por el que arriesgó sin temor y que asegura seguir creciendo en manos de sus descendientes.
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