miércoles, 20 de marzo de 2013

Un socio de lujo para emprender

Un socio de lujo para emprender
Grupo Habita abrió las puertas de su nuevo hotel boutique en el DF, Downtown México, a emprendedores locales.

Con Downtown México, su hotel número 12, Grupo Habita se sumó al rescate del Centro Histórico de la Ciudad de México. El nuevo proyecto de 17 habitaciones y abierto en julio pasado, se instaló en el Palacio de los Condes de Miravalle, un edificio del siglo XVII. La remodelación incluyó la conservación de detalles en cantera, hierro forjado y azulejos, además del fresco El Holocausto, realizado por el muralista mexicano Manuel Rodríguez Lozano.

La protección del patrimonio cultural de la capital fue sólo una parte de la misión del emprendimiento. La otra fue el apoyo a emprendedores locales, cuyas 24 tiendas ocupan la galería comercial del hotel y cuentan así con un escaparate ideal para posicionar sus marcas no sólo ante el turismo de lujo nacional e internacional, sino ante los propios habitantes de la ciudad que se están acercando al centro. En ropa de diseño, por ejemplo, Carla Fernández y las socias de Fábrica Social (Paola de la Rosa, Daniela Gremion y Dulce Martínez) pueden mostrar su labor de rescate del trabajo artesanal de tejedoras y bordadoras de comunidades indígenas a través de la moda.

“Nos llevó tiempo desarrollar esta fórmula de cooperación y proyección del grupo con el talento local”, confiesa Carlos Couturier, socio fundador de Grupo Habita. “Lo que intentamos fue integrar a los emprendedores no sólo en el desarrollo del hotel, sino también en una plataforma de difusión para sus empresas.”

La oferta gastronómica quedó a cargo de Café Punta del Cielo, de Pablo González Cid; Da Silva Panadería Artesanal, fundada por Eduardo Da Silva; Que Bo!, la chocolatería mexicana “evolutiva” de José Ramón Castillo; Mezcalería La Botica; y La Jersey, sucursal del famoso puesto de quesos, embutidos y tapas del Mercado de San Juan. Los restaurantes son dos: Azul Histórico, del consagrado chef Ricardo Muñoz Zurita; y Padrinos, de Federico Rigoletti y Roberto Craig.
Ventana al mundo
La colección de hoteles boutique de lujo de Grupo Habita está integrada por Downtown, Habita, Condesa DF y Distrito Capital (Ciudad de México), La Purificadora (Puebla), Habita MTY (Monterrey), Azúcar (Tecolutla, Veracruz), Maison Couturier (San Rafael, Veracruz), Boca Chica (Acapulco), Deseo (Playa del Carmen) y Endémico (Valle de Guadalupe, Baja California). Hace un año, sus fundadores –además de Couturier, los hermanos Moisés, Jaime y Rafael Micha– se convirtieron en los primeros mexicanos en abrir un hotel en Nueva York: el Hôtel Americano, ubicado en el distrito de Chelsea.

Grupo Habita ya había dado algunos pasos para apoyar a empresas locales con la elección de sus proveedores, que en su mayoría son mexicanos. En el caso del Hôtel Americano, por ejemplo, los blancos son de Vivienda Textil; el vino de la casa se produce en el Valle de Guadalupe; el mezcal es de Los Danzantes y Pierde Almas, y el tequila de Tequila Alacrán.

Con Downtown, los emprendedores fueron parte del proyecto desde el inicio. La arquitectura estuvo a cargo del estudio Cherem Serrano Arquitectos, que trabajó en el contraste entre lo antiguo del edificio con detalles industriales que resaltan la identidad mexicana. “Nuestra idea fue diseñar un hotel que no pudiera estar en ninguna otra parte del mundo”, dice Abraham Cherem, de 30 años, director general y fundador de la firma.

El primer gran reto fue el rescate de un edificio de casi 400 años, en el que hubo que reforzar cimientos, cambiar vigas y reestructurar algunas áreas, como la terraza. “Tuvimos que entender cómo trabajó durante siglos cada columna, cada viga”, comenta Salomón Sacal, que trabajó con el desarrollador del proyecto en la reestructuración del inmueble. 

Otro emprendedor que participó en el proyecto fue Fernando Ortiz Monasterio, de Verde Vertical, que instaló un jardín vertical de 180 m2 en uno de los patios del edificio.

Para el mobiliario, Abraham trabajó con Rodrigo Berrondo y Pablo Igartúa, los jóvenes fundadores de Paul Roco, un estudio de diseño y taller de muebles. Con sillones fabricados con tapetes de artesanos oaxaqueños, mesas de piedra de molcajete y sillas de vaqueta, los emprendedores apostaron por rescatar materiales locales para reinterpretar la artesanía mexicana. 

“Hacen falta más apoyos de este tipo para darle más credibilidad al diseño mexicano y que pase lo que en países como Brasil, donde la gente consume mucho diseño local”, dice Rodrigo. “Hoy, el diseño mexicano puede competir con cualquiera en el mundo, lo que falta es que más gente lo compre”. 
“Lo que intentamos es integrar a los emprendedores en una plataforma de difusión para sus empresas”.

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