Según varios estudios, las empresas que producen deforestación y que tienen centrales eléctricas que generan polución serán obligadas legalmente por los gobiernos del futuro a rembolsarle a la Tierra lo que le quita. Una de las formas más confirmadas será la plantación de bosques para contrarrestar el efecto que produce la contaminación con dióxido de carbono en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. Dentro de las posibilidades que se están barajando para las nuevas conferencias de ecología, la de un ex piloto de la Real Fuerza Aérea británica, Jack Walters, está siendo evaluada ya que una compañía la ha presentado comercialmente en 2009, como un proyecto viable y efectivo. Ahora las posibilidades de puesta en práctica masivamente están más cerca, y por eso recordamos cómo funciona.
Un bombardeo aéreo para reforestar la Tierra
El proyecto está basado en el uso de los aviones militares de transporte C-130 y las posibilidades son increíbles. Por ejemplo, estos pueden volar a más de 300 metros de altura y e ir a 130 nudos plantando más de 3.000 conos con semillas por minuto, así como lo hacían antes con minas terrestres. El resultado sería de 125.000 árboles por misión y 900.000 árboles por el día. Un número increíble, siempre y cuando el optimismo de Lockheed pueda adaptar las cápsulas. Cada contenedor de metal degradable tiene fertilizantes y material que absorbe la humedad circundante a la semilla, que se planta a la misma profundidad que lo haría una mano humana. También se regaría la semilla durante el tiempo suficiente para que crezca y se abra paso a través de la cápsula, que se quebraría con las primeras hojas y se biodegradaría.
El proceso de despliegue de las bombas con semillas.
Lo más importante del proyecto SeedBomb es la disponibilidad de aviones para realizar estas tareas, ya que se calcula que en el mundo hay cerca de 2500 C-130 en 70 países oxidándose en hangares militares. La idea tiene 25 años de historia, pero recién ahora hay posibilidades serias de hacerla realidad ya que se ha conseguido el material adecuado para fabricar las cápsulas y se ha testeado en las costas del norte de Escocia. La diferencia es notable, ya que una persona podría plantar 1.000 árboles por día, mientras que esto proyecto plantaría 1 millón y con costos relativamente bajos en relación a los resultados a largo plazo. Ojalá este proyecto continúe por el camino que va y no caiga en el olvido.
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