lunes, 22 de octubre de 2012

Miguel Georgalos: sueños de maní



La historia de una de las golosinas más deliciosas y típicamente argentinas tiene, irónicamente, un origen lejano: su secreto se encuentra en una antigua receta griega que llegó al país por casualidad, cuando en 1937 un joven Miguel Georgalos (padre del actual presidente de la compañía) abandona su Grecia natal para afincarse temporariamente en Varsovia, Polonia. Allí aprende el maravilloso arte de la industria golosinera, que traería consigo a Buenos Aires en 1939 tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Una vez establecido en el país, comienza a elaborar artesanalmente una receta a base de pasta de maní, muy común en su tierra natal y materia prima del famoso Mantecol.
En 1941, Georgalos se afinca en el barrio de Floresta y desde allí arranca su actividad. En 1949, siempre bajo la razón social “La Greco-Argentina”, el golosinero puede finalmente adquirir un inmueble propio para establecer su industria en crecimiento.
Entre los años 1947 y 1955 continuaron llegando al país otros miembros de la familia Georgalos, para hacer crecer y progresar a la empresa familiar, nunca olvidando que la materia prima de excelencia y el toque artesanal eran las claves de la calidad y el éxito de sus productos. En esos años, la empresa cambia de firma y nace “Georgalos Hermanos S.R.L.”.
La empresa crecía y también creció una necesidad: la de elaborar materia prima propia. Es por esto que Georgalos se afinca en la provincia de Córdoba, lugar ideal para la siembra y el cultivo de maní. En 1956, Georgalos Hnos. S.R.L. adquiere el inmueble perteneciente hasta ese momento a la ex – cervecería Río Segundo y de esa manera, afianza y garantiza la obtención del maní en cantidad y calidad.
El 19 de octubre de 1962 Georgalos adquiere un nuevo predio en Buenos Aires para construir una planta acorde con los requerimientos más exigentes de la actividad.
Seis años después, en 1968, la empresa se conforma como sociedad anónima y toma la razón social ” Georgalos Hnos S.A.I.C.A.” ( Sociedad Anónima, Industrial, Comercial y Agropecuaria).
A partir de entonces, comienza una larga etapa de crecimiento y creatividad: se comienzan a elaborar nuevos productos, sumando más y más productos al mercado golosinero, como alfajores, chocolates y caramelos, siempre con gran éxito.

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