lunes, 22 de octubre de 2012

Amor por el fútbol: arte y coleccionismo que convergen en una empresa familiar que se expande

                                                 
Héctor Pérez coleccionó escudos de fútbol de distintos países y categorías durante casi veinte años. Tenacidad, esmero, paciencia para esperar cada carta de intercambio y mucha, muchísima dedicación. Hasta que un día, los secretos del arte de fabricarlos con sus propias manos dejaron de ser inalcanzables para él, y comenzó dando sus primeros pasos en la fabricación de esos objetos de deseo que lo habían desvelado, como a tantos otros colegas, durante un largo tiempo.
Fue entonces cuando el que había sido su hobby, y fruto de tantas satisfacciones, comenzó lentamente a transformarse en un medio de vida, en una ayuda económica que luego pasaría a ser el principal sostén de su economía, hasta llegar a formar una empresa de artesanía en la que también participaría su familia.
Cuéntenos un poco sobre su tarea, ¿fue difícil aprender los rudimentos necesarios y los secretos del oficio del artesano en esmaltado a fuego?
No fue tan difícil. Tuve que recurrir a unos artesanos que me explicaron los rudimentos y las cuestiones básicas del esmaltado de metales, que es una de las tres llamadas “artes del fuego” junto con las porcelanas y los vitreaux.
¿Todas las etapas de producción son artesanales?
Absolutamente. Todo el trabajo es manual, excepto un pequeño paso por la amoladora, para darle la forma exterior a cada insignia.
¿Cuál es la particularidad de sus escudos? ¿En qué basa su sostenido éxito comercial, en la novedad, en la especificidad, en la calidad?
En la calidad y la posibilidad de fabricarle al cliente cantidades mínimas de una insignia esmaltada. Mientras las fábricas y empresas que se dedican a esto , piden un mínimo de 100-200 unidades de cada ejemplar (dependiendo de la empresa), yo les fabrico solo una de cada modelo, si es que asi lo desean.
¿Le costó insertarse comercialmente en el mercado del coleccionismo?
En realidad no. Yo conocía mucha gente dentro de ese mundillo del coleccionismo porque fui parte de el durante 20 años. Es más … fui presidente del Centro Argentino de Coleccionistas de Insignias. Muchos de los coleccionistas europeos me conocían de muchos años antes y sabían de mi honestidad.
¿Usted cree que uno de los secretos del éxito de su emprendimiento fue el haber, justamente, conocido el mundo de los coleccionistas? ¿Alguien que no esté en el circuito podría tener muchas más dificultades para insertarse?
Yo creo que ha sido fundamental. La confianza es vital en este tipo de actividades. El coleccionista es una persona muy minuciosa y exigente en cuanto a la calidad, colores, detalles, etc … de las piezas que adquiere, y ellos sabían de mi meticulosidad como coleccionista. Supongo que a alguien que no conozca el mundillo “desde adentro” se le haría muy difícil … aunque no hay imposibles.
¿Cómo es trabajar con su familia? ¿Es una ventaja o un problema?
En realidad, hay situaciones laborales en donde es mucho mejor que no haya un vínculo familiar. Hace más fácil algunas cosas –de ambas partes-
En otras situaciones, ayuda mucho que todo quede “en familia”. En síntesis, en mi caso, el balance es positivo.
Imaginamos que debe ser sumamente satisfactorio que alrededor del mundo la gente reciba algo hecho con sus manos, y que se trata de productos muy valorados por quienes los encargan.
Aunque parezca exagerado, es vital. Si yo no me sintiese tan gratificado desde el orgullo personal de saber que mis insignias gustan mucho y están engalanando colecciones de todas partes del mundo, hace rato que estaría haciendo otra cosa … otra actividad. Para mi –reitero- este punto es vital.
Muchísimas gracias por su amabilidad, ¿desea decir algo más?
No. Agradecerte a ti por el interés y agradecer por este medio a todos mis clientes. Muchos de ellos han dejado hace años ese “status” de clientes, y con varios de ellos hemos forjado una amistad sólida y duradera.
Eso no hay dinero que lo pague!

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