El estudio fue llevado a cabo bajo la supervisión de Kent Kiehl, neurocientífico de la Mind Research Network en New Mexico. El grupo de prueba estuvo compuesto por un total de 96 prisioneros a punto de cumplir su sentencia y recuperar la libertad. Los investigadores obtuvieron imágenes cerebrales de cada uno de los prisioneros utilizando resonancia magnética funcional, mientras realizaban tareas en un ordenador que requerían decisiones rápidas. El interés de los científicos se concentró sobre la corteza del cíngulo anterior (CCA), una región del cerebro a la cual se le atribuyen múltiples funciones, desde el control motriz y la regulación de la presión sanguínea hasta la toma de decisiones, la detección de errores y el procesamiento de respuestas emocionales.
¿Puede una imagen y un registro de actividad cerebral anticipar quién será reincidente?
La siguiente fase del estudio demandó seguir la evolución de los ex-convictos por un plazo de cuatro años, y al comparar los resultados (después de haber evaluado otras condiciones, como la edad y el uso de drogas), Kiehl y su equipo descubrieron que aquellos ex-convictos con una baja actividad en la CCA (por debajo de la media) tenían 2,6 veces más chances de ser detenidos por cualquier crimen, y 4,3 veces de ser detenidos por crímenes catalogados como "no violentos".
Anticipar patrones de comportamiento y sus consecuencias a través de imágenes cerebrales es algo que genera mucho interés dentro de la comunidad científica, pero los mismos responsables del estudio advierten que se necesitará realizar una gran cantidad de estudios adicionales antes de considerar como efectivo a este método de predicción. La razón es simple: La actividad en la corteza del cíngulo anterior puede tener baja actividad por múltiples factores, incluyendo a algo tan simple como el consumo de cafeína. Y eso, sin tener en cuenta los conflictos éticos que pueden surgir de una práctica así.
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