FUENTE DE: http://zonadeemprendedores.bligoo.com.mx
La cerveza Westvleteren está catalogada por los usuarios de varios sitios web especialistas, como la mejor cerveza del mundo. Ante estos datos, cualquiera podría suponer que Joris, su creador, es multimillonario y un gran hombre de negocios: nada de eso.
Joris (o el hermano Joris, como gusta que lo llamen), fue capitán de policía en Bruselas antes de cambiar radicalmente su proyecto de vida, e internarse en el monasterio San Sixtus, para convertirse en monje. Dentro de la comunidad religiosa, se acostumbra a tener algún negocio con el único fin de solventar los gastos y poder dedicar el tiempo al verdadero objetivo, que es la vida espiritual.
Así fue como a Joris se le ocurrió elaborar una cerveza artesanal, para vendérsela a los bares de la zona. Claro que apenas comenzó a ser probada por los exigentes bebedores belgas, la Westvleteren se convirtió en un verdadero objeto de deseo, hasta propagarse por todo el país sus bondades.
La cerveza no tiene ninguna etiqueta, nadie se ocupa de hacer publicidad ni ninguna estrategia de marketing, pero ya es famosa en todo el mundo. El problema (o quizás su mayor virtud) es que Joris, junto al resto de los hermanos del Monasterio, sólo realizan 60,000 cajas de 24 botellas de 330 mililitros cada año. No se fabrican más porque con ese dinero ellos ya cumplen con su objetivo, que no es el lucro sino la subsistencia, según dicen.
Así las cosas, y con la demanda en crecimiento exponencial en los últimos años, la cerveza de Joris sólo se consigue en la puerta del monasterio, tras pedir con antelación un turno y con el límite de dos cajas por auto. Ya no se vende en bares y el propio Joris se enoja cuando le hablan de exportación, porque “con el viaje se pierden cualidades de la cerveza”, explica.
Sin ninguna explotación organizada, el monasterio del hermano Joris vende 2,2 millones de dólares al año. Cualquier empresario estará sacando cuentas de lo que podría ser este negocio en otras manos.
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